jueves, diciembre 29, 2005



NO DIRECTION HOME: SCORSESE RELEE A PENNEBAKER.(DVD)

“Un artista debe tener cuidado de no llegar a ningún sitio donde piense que ya ha llegado…es preciso estar siempre en un estado de transito.” (Bob Dylan).

En 1967 se estreno uno de los documentales fundamentales para la evolución del género al interior de la temáticas ligadas al fenómeno del incipiente ascenso de la música pop: “Don’t look back” de D.A. Pennebaker, autor casi desconocido en nuestras latitudes y que sin embargo es el responsable no solo de la creciente complejidad estructural de los documentales centrados en conciertos o en interpretes sino también en la transformación del puro registro en una obra de valor estético anexo como es el caso del video clip. A Pennebaker se deben algunos hitos de la cultura popular norteamericana como “Monterey Pop” (1968), “Ziggy Stardust and the Spiders from Mars” (1973), “Depeche Mode 101”(1989), “Woodstock Diary” (1994), entre otros.

Participe de los autores norteamericanos independientes de fines de los 50 como Jonas Mekas, colaborador de JL Godard, guionista para Norman Mailer y productor del exitoso documental Startup.com (2001), Pennebaker organiza en Don’t look back un filme a la usanza del cinema verite de Jean Rouch , mediante un seguimiento insaciable a Bob Dylan durante su gira de 1965 por Reino Unido. Es difícil saber si la intuición de documentalista o su cercanía con el aún músico folk lo llevaron a suponer que esta gira iba a ser fundamental en la transformación artística de Dylan. Cámara en mano, cortes bruscos, quiebres de eje, entrevistas sin pauta previa, lograron que el documental tuviera una fluidez que coincidía con muchas de las búsquedas expresivas de la época e incluso con la noción de cassavetes en torno a un cine que parece estar gestándose ante nuestros ojos.

El fundamento del trabajo de Pennebaker fue el estar en el centro neurálgico de transformación de un Dylan folk, ligado a la izquierda norteamericana y patrocinado por Woody Guthrie, Pete Seeger o Joan Baez, a un Dylan apoyado por un grupo de músicos con raíces vinculadas al blues y al rock con una noción del espectáculo que molestaba a las pudorosas buenas conciencias de la política “progresista”. El paso del intérprete de himnos con aires eclesiales a la estrella del rock con aspavientos de dandie. En ese momento la cámara de Pennebaker se presenta como inigualable, captando la tensión de los conciertos, la molestia de los seguidores del primer Dylan, poco dispuestos, como amantes despechados, de admitir los cambios en su ídolo.

Casi treinta años después se le ofrece a Martin Scorsese el proyecto de un nuevo documental sobre Dylan, y Scorsese acepta sin filmar un trozo por su propia cuenta. La autoría se fundamenta en la elección de un punto de vista y en la selección de cientos de horas de material fílmico, entrevistas para la televisión, fotografías de archivos y un par de entrevistas más recientes, en las cuales Scorsese no participo. La mirada del autor emana de un concepto encarnado en un trabajo manual y no necesariamente en su presencia permanente en cada momento del proyecto. La reutilización de material filmado por terceros es una práctica habitual del documental desde los ejercicios de montaje sonoro de Vertov en los 20, hasta los ejercicios atrabiliarios y cínicamente divertidos de Craig Baldwin, como la desopilante “Tribulation 99: alien anomalies Ander América”(1992), absolutamente compuesto por material de prensa y filmes mexicanos de lucha libre, en donde planea la descabellada tesis del origen extraterrestre de los movimientos de izquierda en Latinoamérica.

“I'm Just a Song and Dance Man" (Bob Dylan)

La operación de Scorsese se concentra en la reordenación de una serie de material previamente filmado por Murray Lerner, Andy Warhol, Jonas Mekas y obviamente Pennebaker, cuyo trabajo se instala como el centro referencial de todo el trabajo, una especie de flexible columna de sentido que permite conectar la diversidad de información a una matriz que conlleva la lectura scorsesiana de dicho material ajeno a su propia mano.

“No direction home” no pretende convertirse en una mirada que abarque la totalidad de la obra de Dylan, ni siquiera es una puesta al día del trabajo de Pennebaker en cuanto progresión cronológica o ampliación a otras referencias de su trabajo, como su participación actoral en diversos filmes, sus bandas sonoras o los poemas publicados, sino que se concentra en un punto menos impactante pero pudorosamente más complejo que consiste en volver a mirar “Don´t look back” y otorgarle una nueva profundidad a esa mirada. Al combinar lasa diversas miradas de los directores de la época, con retazos de imágenes de prensa y entrevistas intercaladas haciendo referencia directa o indirectamente al momento de la primera transformación importante de la música de Dylan, el documental logra imponer su originalidad, lo que importa es el criterio, la posibilidad de relectura de una obra realizada décadas atrás desde la mirada de un participe de ese momento que nos guste o no ha tendido a transmutar su obra en un par de ocasiones, desde su cercanía a la nouvelle vague con filmes como “Who's That Knocking at My Door”(1967), deviendo posteriormente en un híbrido de cine experimental con cine de género como en Taxi Driver (1976), para culminar en los últimos años en una etapa de clasicismo de corte preciosista que supone una conexión con las fastuosas superproducciones del Hollywood de los 50.

Por otra parte no esta de más el apreciar como su obra de corte documental se presenta con una soltura y novedad de la cual carece su producción de ficción, desde su incipiente trabajo en busca de sus raices familiares en “Italianamerican” (1974) o aquel homenaje terminal a The Band ( el grupo liderado por Robbie Robertson que emerge desde la agrupación que acompaño a Dylan en su abucheada gira por UK) “The Last Waltz” (1978) a su personal mirada sobre el cine norteamericano en “A Personal Journey with Martin Scorsese Through American Movies” (1995).

sábado, diciembre 17, 2005




Total Balalaika Show: LOS VESTIGIOS DEL IMPERIO.(divx)

"LA HISTORIA ES INDEFENDIBLE.REACCIONEMOS ANTE ELLA CON LA INFLEXIBLE ABULIA DEL CÍNICO"(EMIL CIORAN)

Aki Kaurismaki filma en 1993 este inusual espectáculo en donde el grupo "Leningrad Cowboys" y la banda Alexandrov del ejercito rojo interpretan en conjunto en la plaza central del Helsinski una serie de temas populares rusos a la vez que temas rock, desde "Volga Boatman" a "Happy together".

Frente a una enorme multitud se desarrolla un fenómeno que parece ser una desopilante ilusión politica, la temida banda del imperio sovietico -la música de fondo de una de las maquinarias militares más temidas del siglo XX- acompaña a uno de los grupos más estramboticos nacido de sus estepas: los Leningrad Cowboy, respuesta musical a la desintegración de la Unión Sovietica, con sus trajes y lentes oscuros de gansters tarantinescos, guitarras camufladas de tractores stalinistas, bustos de Lenin subidos en motocicletas y por supuesto sus infaltables jopos hiperbólicos como revivals de una década de los 50 imposible, o al menos transfigurada por un filtro de irónico cariño por la cultura popular norteamerica.

Kaurismaki ya había trabajado con los Leningrad en 1989 cuando realizo el road movies "Leningrad Cowboys Go America" y su posterior secuela "Leningrad Cowboys Meet Moses" de 1994, en ambos Kaurismaki con su habitual estilo minimalista de planos fijos y un tono que combina con genialidad un humor que roza el absurdo con el melodrama de folletin, documentaba en clave de picaresca el viaje de la banda a Estados Unidos y su descubrimiento del rock and roll.

Total Balalaika Show se puede ver como el mejor epitafio a la caída de un imperio que como tantas utopias del siglo XX (gestadas en el siglo anterior en los laboratorios impolutos de los filósofos sociales)se iniciaron como un sueño y culminaron como una brutal pesadilla