lunes, enero 02, 2006


SYMPATHY FOR MR. VENGEANCE: EL VENGADOR DE LA SANGRE. (DVD) “Se que eres una buena persona…pero tengo que matarte”.


La revancha ha sido siempre un tema fascinante para los cineastas, estrategia justiciera que quebranta la mayoría de los tabúes sociales y que instala una desesperada naturaleza humana llevada al límite.

Desesperación, pasión desenfrenada, pulsión aniquiladora que sin embargo revitaliza el adormecimiento provocado por la cultura. El vengador pierde el control social, provoca la perdida de espesura de lo banal, desquebraja la tenue superficie del ethos civilizador, silencia el contemplativo ejercicio de administración judicial e inocula la acción nihilista en sus actos.

El vengador deviene en obseso y solo encontrará su satisfacción en la aniquilación del otro, final que por lo general atrapa al vengador hundiéndolo en la destrucción o en el silencio. Después de acabar con su objeto de obsesión el vengador pierde toda su fuerza, desaparece en su ejercicio de economía maldita, despilfarro de fuerza, placer y maldición de tono premoderno.

El director coreano Chan-Wook Park ha ido construyendo una breve pero contundente carrera centrada en esta particular fisura de nuestro tenue sistema moral, esa fascinante anomalía espiritual heredera de Ahab. La revancha en su formas más complejas, enrevesadas, abigarradamente tortuosas ha sido visualizada en algunos de sus filmes y sobre todo en aquellos que componen su llamada trilogía de la venganza, compuesta por: “Sympathy for Mr. Vengeance”(2002), “Old Boy”(2003), y la recién estrenada “Sympathy for Lady Vengeance”(2005), se debería agregar el mediometraje “Cut” que compone el truculento filme “Three Extreme”, en donde Chan-Woo Park se une a Takeshi Miike y a Fruit Chan ( este último se une al fotógrafo habitual de Wong Kar Wai, el australiano Christopher Doyle para realizar el mejor mediometraje del filme, el hermosos y antropofágico “Dumplings”) para conformar una envidiable triada de talentos orientales.

En “Sympathy for Mr Vengeance” el vengador y sus desesperados actos no van acompañados de un gesto de voluntad sino son más bien el resultado caótico de una dispersión violenta de energía acumulada. A diferencia de “Kill Bill” en donde su protagonista asume una doble condición de figura heroica y sujeto dispensador de venganza, en la tradición del western clásico, en el filme de Chan-Woo Park las tensiones desatadas por un asesinato accidental de una niña, sumado al despido de un trabajador, a la presencia soterrada de una célula terrorista, al amor incondicional de un joven mudo por su hermana enferma, cataliza no un solo estallido de venganza sino un innumerable conjunto de microexplosiones que desgarran por algunos instantes todo el soberbio tejido social. En esta dirección el filme se asemeja más a una novela de Jim Thompson o James Ellroy con su violenta coralidad repleta de personajes sometidos a un destino absurdo y embrutecedor que a la construcción épica del vengador en cuanto voluntad encarnada.



Tres secuencias que denotan la explosión fuera de control de la venganza: el chico mudo clavando una atornillador en una arteria del cuello de uno de los traficantes de órganos, luego el hombre saca el atornillador y un fuerte chorro de sangre escapa desde su cuello desgarrado, luego lo golpeara una y otra vez con un bate de béisbol. El padre desconsolado de una niña muerta accidentalmente torturara con electrizad a la novia anarquista del chico mudo, la cubre con una manta, le conecta un cable a una de la s orejas y la electrocuta una y otra vez, luego de un rato el hombre come sentado en el suelo mientras la orina de la joven se escurre hasta su plato. Posteriormente, el hombre llevara al chico mudo a un río en donde le rajara los talones para dejar que se ahogue mientras va desangrándose poco a poco. A diferencia de la venganza clásica en este filme no hay lugar para la redención, no hay salida, toda fuga ha quedado sellada y solo resta estrellarse como moscas en contra del cristal, golpe tras golpe hasta morir de agotamiento.